La reforma proyectada por el equipo de Serafina Estudio ha conseguido su propósito: un despejado y claro escenario que convierte las obras de arte en magnéticos imanes para la vista.
Dan color al recibidor dos obras del pintor peruano José Tola: el cuadro en la pared y la caja situada sobre una consola antigua de La Europea.
Piezas a medida
Una estantería baja en madera pintada de blanco recorre un frente del salón. Entona con ella la mesa de centro, en chapa lacada, ideada también por Serafina Estudio, y la alfombra de Zigler. Como contraste, se optó por una pareja de butacas rojas procedentes de Anmoder.
La casa como galería
La interiorista María Morenés, de Serafina Estudio, junto a un políptico de Miquel Barceló.
Escultura en la pared
Ubicado en el salón, convive con una escultura en la pared de Alfonso Berridi y un cuadro de Miguel Aguirre.
Blue velvet
En el estar tienen fuerte presencia dos obras en azul de Curro González. Junto a la de la librería, dibujo de José Luis Azparren, escultura de Alfonso Berridi y fotografía de Oriol Maspons.
El sofá marino es un modelo de Blasco & Blasco, con terciopelo de Kvadrat, al que flanquean auxiliares de Becara con lámparas compradas en Miami. Sobre él, cojín estampado de BSB; el del sofá beis está hecho con telas peruanas antiguas.
Los almohadones lisos son de C&C Milano, en Macarena Saiz. La manta de piel es de Ramiro Guardiola.
Salida directa al comedor
Un panel corredero de suelo a techo separa el salón del comedor. Este último, presidido por un cuadro de Fernando de Szyszlo, se ha amueblado con una mesa de familia a la que rodean dos sillas Comback, de Urquiola para Kartell, y varias Spaguetti, un icono que edita Alias.
Lámpara de techo
Integrado en la pared, el armario platero, realizado por Artificio, cuenta con una alacena que alberga acuarelas de Emilio González Saiz. La lámpara de techo es una versión sputnik, procedente de Tiempos Modernos, y la alfombra, un diseño de Nuria Mora para DAC Rugs.
Mueble de ébano
En el comedor, junto a la puerta de entrada a la cocina, mueble de ébano negro de herencia y encima, grabado de Piranesi del Coliseo romano. Sobre la mesa, vasijas de Anmoder.
Una caja inmaculada
La cocina se ha equipado con un níveo mobiliario de Artificio sobre el que destaca la fotografía en blanco y negro del fondo, de Alberto García Alix. El taburete es de Ikea y el aplique procede de Plaza Arte.
Qué descanso
La cama, custodiada por fotos de Billy Hare, lleva cabecero con tela de Kvadrat, cojín de BSB, colcha de lino de Lizzo, en Pepe Peñalver, y manta de Matarranz. La mesilla es una Tulip, de Saarinen para Knoll, y las lámparitas proceden de Plaza Arte. La alfombra se compró en Zigler.
Cuarto de baño
Baño empapelado con un diseño de Akin & Suri, con mueble de Artificio, espejo de El Ocho y aplique de Plaza Arte. La grifería es de Fantini.
Esta casa tenía varias bazas a su favor: su emplazamiento en un edificio del s.XIX en el barrio de Salamanca de Madrid, una superficie de 250 m2 y los balcones con vistas a un jardín interior. Problema: una compartimentada distribución que restaba luminosidad y confort. El equipo de Serafina Estudio, con la interiorista María Morenés a la cabeza, se puso manos a la obra para adecuar la vivienda a una forma de vida mucho más actual y a las necesidades de la propietaria, que pasaban, fundamentalmente, por dar la mayor visibilidad a su colección de obras de arte. «La estructura del piso cambió por completo –comenta María– para hacerla más diáfana y aprovechar la luz exterior. Además, aumentamos todo lo posible la altura de los techos y redujimos los pasillos al mínimo para que la circulación fuera más fluida». Por otro lado, la forma alargada de la planta permitió dividirla en dos bloques, de forma que la dueña puede usar solo un extremo del piso cuando está sola. Para separar ambas zonas se ideó un panel negro en el comedor que marca el paso desde el área pública de la casa a la otra más recogida y privada.
La decoración, por su parte, es un heterogéneo conjunto de muebles de familia y contemporáneos que no rivalizan en ningún momento con los cuadros y fotografías, los reyes del lugar. Un escenario neutro, de tonos claros, contribuye a destacar las piezas. Estamos ante una reforma en la que Serafina Estudio ha sabido agitar, con un prodigioso dominio del equilibrio, un cóctel de arte, belleza, armonía y valentía. No se puede pedir más.
- Las obras como prioridad. Para resaltar la colección de arte de la propietaria y no interferir en ellas se ha recurrido al color blanco como hilo conductor de las estancias, y se ha elegido una iluminación cálida e indirecta que potencia las piezas.
- Los suelos. Toda la vivienda luce un pavimento de roble que crea un marco común. En la cocina, sin embargo, se ha optado por resina y en algunos cuartos de baño, por microcemento.
- Y en las paredes... Pintura ecológica con juegos de contrastes, como en el dormitorio principal, en verde y blanco, o en la combinación de papel pintado y estuco de uno de los baños.